Este
blanco es el mío. Mi yo. Cada vez más yo. Grito: ¡Tú eres yo! No te lo podrías
creer nunca, pero soy tu voz hablándote en la noche, ahora, cuando lo
necesitas. ¿Qué necesitas? ¡Nunca tendrás lo que necesitas! Si necesitas mucho
no lo tendrás, si necesitas poco no lo tendrás. ¿Qué necesitas? Me da igual.
Nunca te daré tu totalidad, nunca serás completo porque ese es el regalo que
todos ansían. No te premiaré con lo grande, nunca tendrás lo bueno. Sigue
peleando, porque peleando acabarás luchando por lo que buscas sin alcanzar lo
que quieres […] Y se fue.
La dureza de mi inconsciente queda
agazapada o dormida, pero sigue latente, despierta. Cada nuevo amanecer, desde
que decidí ser un poco más adulto, está más presente, se hace más superficial,
es más vívida. Y empiezo a ver la derrota, la pérdida, en una guerra en la que
nunca quise jugar pero que me envuelve el cuello, invisible, y que ahora
empieza a asfixiar. Decidí intentar no necesitar en lugar de ganar, para no
perder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario