El mundo es gigante y el mundo es obscuro. Nosotros somos
máquinas que caminamos perdidas. Puedo ver gracias al potente foco de luz que
nace en mis ojos, pero sólo miro hacia delante, en una sola dirección. A mis
lados, más allá del rayo de luz, justo donde acaba la línea del rayo, hay
obscuridad. Aprendimos hace años a convivir, sabiendo que había otros como
nosotros, pero siempre tuvimos la sensación de ser distintos. Ahora nos aparece
un problema, y es que no nos podemos mirar de frente, porque mi foco de luz te
ciega, y el tuyo a mí. Si te miro a los ojos me giras la mirada, si me intentas
mirar a los ojos, me molesta. Y no sabemos cómo hacer para mirarnos a los ojos.
He estado pensando mucho y creo que voy a romper mi aparato de visión y me voy
a aferrar a tu espalda, para que seas tú quien mire por los dos…y no sé si así
queda resuelto el problema.
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