viernes, 8 de junio de 2012

El Milagro


No lo creía posible. Muchas personas habían sido las que decían haberlo visto, vivido o sentido, pero sus afirmaciones carecían de total credibilidad para mí. Nunca se sabe con exactitud hasta dónde puede imaginar un cerebro o qué es capaz de generar. Yo me negaba a creerlo o lo creía imposible. Hasta que un día, aunque más bien una noche, oscuro donde todo es posible, salí a mi pequeña terraza, encendí el tabaco y dejé a mis pensamientos a sus anchas, así como les gusta estar. Fue poco después de salir al aire descubierto, fuera de casa, cuando se conjuró el milagro. Un fogonazo de luz verde, neblinosa, con forma de seta gigante, como la onda expansiva de una gran deflagración, que duró tan sólo un segundo. Esta historia es una comparación. Aunque todo es posible, así de imposible encuentro yo la de verdad.

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