La normalidad, el hilo
argumental continuo, el día a día, puede ser frágil. Puede romperse en cuestión
de segundos haciendo palanca con una herramienta dura, pero también sin más
explicación, sin avisar, sin ningún motivo. Algunas veces es fruto de una química
precisa, buscada, reinventada, manipulada o casual, aunque siempre estará el
fallo en algún componente químico, sin ser el único componente implicado. Es
básica la interpretación, y si es positiva puede hasta conformar el timón, el
tono mental, lo que nos permite estar adecuados, ahora sentados, ahora de pie,
callados o hablando. Pero cuando se tambalea la estructura principal, el timón,
todo lo que gira en torno a lo amarrado puede verse insulso, vacío, absurdo…la
náusea, quizás, que decía aquél.
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