domingo, 8 de julio de 2012

Tengo Miedo


Estaba cerca. Podía sentir su calor abrasador. Yo era fino como el papel de fumar, papel de arroz, de cebolla, casi transparente. Si me acercaba más sabía que iba a arder en segundos. Pensaba en ellas y las sentía poderosas, semejantes pero distantes. Me daban miedo, tanto como para callar, como para no decir nada y contemplarlas con respeto, aunque desde cerca. Yo también soy humano, pero otro humano distinto: no poseo, no tengo, no desprendo, no pretendo, no me creo, no trasciendo, no vuelo. Es el miedo el que me hace pequeño y poco, y superarlo lo que me permita calmar la mirada, serenar el espíritu y sentirme fuerte y hecho. Pero la verdad es que las veo y me dan miedo. No hay palabra elocuente, ni idea diferente y curiosa, ni gesto mágico y electrizante, ni poder, ni protección, ni posibilidad. Parece que no me hierve la sangre, que se mantiene helada, parada, expectante; ya me lo dice quien se atreve a pensarme y expresarlo, aunque no se lo ponga fácil. Yo me excuso en el futuro, en otros tiempos mejores y más positivos, en el dinero que me otorgue capacidades, en la idea de verme más alto, aunque quizás vuelva de nuevo, entonces, en la falsedad de ese sueño futuro, la verdad de mi presente: estaba cerca y no supe qué decir, estuve bloqueado, ausente, miedoso, torpe...lo que soy: demasiado pequeño, tan vacío, para no poder compartir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario