Una vez eliminado el azar como posibilidad (y quizás la más acertada),
las respuestas pueden multiplicarse por cientos, tanto como la buena
imaginación pueda dar de sí. El objetivo es descifrar la negativa brecha psicológica
que se abre en mí (y en muchos de vosotros) durante algunos momentos del año.
Deben existir, por supuesto, factores físicos implicados, como pueden ser
neurotransmisores y sustancias biológicas que enfoquen los pensamientos hacia
la negatividad, y que, por ello, se enfoque la actitud de uno mismo hacia la
negatividad, provocando así la actitud negativa de los demás con nosotros. No
siempre la brecha debe venir tras un período demasiado álgido, pero a mí me
suele pasar con frecuencia que sea así, cuya razón encuentro en un mecanismo
interno de contrapeso. Entiendo que, mi propio mecanismo interno de contraponer
sensaciones negativas a las sensaciones placenteras para no exagerar mi placer
y controlarlo, es capaz de involucrar a los demás, hasta el punto en el que
ellos están volcando en mí estímulos negativos porque yo les provoco a ello.
Pues si no: ¿Por qué está todo el mundo en mi contra ahora que estaba en un
momento tan bueno? No debería descartar la envidia y la intranquilidad, nuestro
tercer y cuarto apellido, como motivos de algunas de las reacciones negativas
para con nosotros, dado que las reacciones de los demás no siempre están
influenciadas por el otro sino que pueden surgir espontáneamente de cada uno.
Podría ser cierto el pensamiento en el arte de imaginar, pero tal vez esté el
azar más cerca de lo cierto. Pasa algo, y es que esta brecha es más profunda
que lo que la felicidad me hace ascender, pero también es verdad que, desde
abajo, sólo recuerdo cuando estaba volando…
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