domingo, 14 de octubre de 2012

Días Y Días


Hay días en los que no sirvo. Son días en los que los ojos no me funcionan a la misma distancia a la que ayer me funcionaban. Hay días en los que no le mando órdenes a mi brazo y él sale despedido, incontrolado. Días en los que el corazón se distrae y late en fragmentos de tiempo con ritmo distinto, también independiente. Y me pregunto qué es lo que me pasaba en el resto de días en los que estaba de otro modo, amo de mi mismo, alegre, simpático y abierto a mis errores. Si ayer me podían entender hoy ya estoy guardando silencio porque me encuentro raro, porque los volveré locos. Hay días en los que todo es un fuego de artificio y cada color va por su lado. Pero en todos los días, incluso en el más malo, hay algo, incluso una lágrima, ¿por qué no? Llorar también es de hombres, pues: ¿no es el dolor también de los hombres? Hay días, como hoy, días malos, en los que no hay idea buena, ni gesto curioso, ni deseo. Hay días en los que salgo corriendo justo después de caer dormido, tan profundo tan afuera, tan rápido tan lento. Pero siempre hay algo, rápido, de un segundo, que hace retornar mi equilibrio: seis grillos y el silencio negro de fondo, la quietud, una mosca (ya de las últimas)...Tiene que haber días en los que no se consiga nada y mejor si se es ambicioso, acostumbrados a cumplir con algo todos los días, días en los que te olvidas un poco de quién eres: también somos sufridores y el dolor está ahí también, en el cuerpo. Cuando parece que nada sirve, nada, siempre hay algo que te devuelve la esperanza: sólo hay que creer en ello, ese es el precio. Siempre fallará algo pero siempre existe un remedio, sólo hay que buscarlo y darle tiempo.

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