Toda pieza de arte tiene su boceto, su origen. A mí me
surgen bocetos simples, rápidos, y luego se van complicando las piezas conforme
avanza mi fe en ellas: si creo más en ellas acaban siendo más complejas. Así,
las primeras líneas de un escrito, no son más que un boceto, una estructura
inicial. Comienzan simples, sosteniendo a las frases y a las ideas venideras.
Si creo en el escrito lo hago público después de continuarlo, terminarlo y
repasarlo. Si no creo en él, permanece incompleto, guardado y amontonado. Pero
es una afirmación, una verdad, que, como todas mis verdades, puede acabar contradicha,
deshilachada y vuelta a recomponer. Parece ser que pocos aceptan que el arte
más espléndido está más cerca de un abrigo de jirones que de uno de pieza
completa, aunque ambos puedan tener el mismo fin: dar calor a quien tiene frío.
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