La
derrota no es suficiente para mi cambio porque ya he aprendido a vivir con
ella, es una constante silenciosa y ha perdido su sentido. He perdido tanto
para ganar que cualquier encuentro o consecución es una victoria. Pocas cosas
me sacarán de este rumbo, excepto la muerte y alguna que no conozco. Tal vez el
terreno serpentee, pero seguirá llegando al mismo destino. Pocas cosas me harán
cambiar porque ya me he tatuado la línea básica en el cerebro, junto a mi
apellido. Ahora tengo que aprender a hacer más grande lo nimio.
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