Lo que hay detrás
casi nunca lo sabrás.
Yo quisiera saber a
años
pero sólo queda
el gusto amargo de lo
incierto,
la brecha, el golpe
seco de gubia
en la madera de tu
cabeza.
Pueden ser cientos
los significados,
pero el origen
solo tiene uno.
Lo bonito del poema
es verlo ramificarse
en vuestras seseras
cual árbol nuevo y
flaco
y luego gordo, seco y
viejo.
Ni más largo
ni más ancho
es más placentero
para mí,
sino exacto, preciso,
una chispa, una
sorpresa,
un fugaz: ¡sí!
Pero tampoco la rima
ni la popular
tipografía,
ni lo de fuera
ni el estruendo,
sino un silencioso:
Sigo buscando dentro
(y unos
incomprendidos
puntos suspensivos).
Ningún premio
ni reconocimiento,
tal vez no me
recuerdes,
o quizás mañana
todo lo de hoy enorme
se haga tan pequeño
hasta no ser nada,
porque así somos:
una banda de simples
con un interno
complejo,
un continuo sino,
un hola y un hasta luego
en el mismo momento.
Lo que hay detrás
suena hueco,
pero salta la chispa
en ese silencio
y vienen a visitarme
calaveras en los
cristales
brazos en las
bufandas
venenos en las
tristezas
fuegos en los olores
ladrones en las
persianas
íes rápidas por aes.
¿Sientes también el
miedo?
Y ¿sientes esa
presencia?
A mí, por sentirla,
me dejaron solo
me quedé solo
y me hice poeta.
Lo que hay detrás
es un principio y un
final
en el tiempo
que enlazan
para dar coherencia
a un desarrollo
sin respuestas, sin
sentido,
como la muerte
y el nacimiento
(de algunos)
(de muchos).
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