Coge
esta viga de hierro e intenta introducirla por el agujero de esta aguja. A
primera vista, tras el primer razonamiento, no es posible, pero en este
cerebro, y en muchos, basta plantear el problema para que, sin demora, empiece
a buscar una respuesta. Este problema no expresa lo que pregunta exactamente,
sino que metaforiza una sensación o un sentimiento, que responde a la pregunta:
¿Cómo paso por donde no puedo o no quiero pasar? Y más aún: ¿Qué quedará de mí
y cómo seré después de lograr pasar por el agujero? El que pregunta, el sistema
poderoso, parece tener la respuesta, pero no siempre es así. Es posible que el
preguntado acabe sabiendo más y mejores respuestas. La primera parte de la
confección de la respuesta pasa por aceptar esto último. Después de darnos
cuenta que tenemos capacidad de respuesta por el uso de un pensamiento lógico,
podemos establecer hipótesis: puedo fundir el hierro a altas temperaturas y
hacerlo tan fino como el agujero, puedo fundir la aguja con el hierro y decir
que el hierro gordo está pasando continuamente por la aguja y puedo decir que
no es posible meter tal anchura por tal otra. Todo es válido y todo es verdad.
No hay una respuesta más precisa que otra, pero la más precisa se establece por
la alineación de muchos factores. Aunque la más práctica es agrandar la cabeza
de la aguja.
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