Un acto poético o más bien un
gesto loco es anticiparse al tiempo, al problema, y venir al lugar físico y
tocar las paredes hasta cambiar su temperatura; o establecer un primer contacto
con el aire, con el metal de una puerta o con la madera de un banco. Todo es
más yo cuanto más tiempo he dedicado a estar con ello. Es un gesto loco buscar
las posibles escapatorias ante una huida, esos caminos, o medir temperaturas
externas con el cuerpo para saber cómo abrigarlo mañana, o captar los ecos del
espacio para que no sean sorpresa sino
conocidos, para no temer. O sentir la rugosidad o finura del suelo, a las
personas que pudieron o que lo están chafando. Es loco, sí, eso hace el miedo,
o hacerme preferir ser de piedra o mármol para no tener que hablar, pensar,
responder o acertar, o hacerme sentir tan pequeño como para no poder dormir ni
como feto, congelado, abstemio. Ahora tengo que aprender a ser mayor, después
de aprender a querer serlo…
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