Tienes razón: la bestia es
feroz y ruge; algo está en mi encendido y es, a veces, incontrolable. Bombea
tan fuerte el pensamiento que se me nubla la vista, me vuelvo de piedra e
ignoro de largo el olor de la sangre. Puedo masticar la carne del hombre y no devolver
por hacerlo. Cegado, insensible, insensible estoy yo. Va tan rápido el análisis
que ya no escucho las palabras sino que descifro los movimientos y las
intenciones. Me desdoblo más que nunca, y más que nunca me equivoco. ¿Cómo no
me habría de volver de hielo, de hierro o de piedra dura? Sin embargo, una
inflexión tuya vence la rigidez del alambre y lo tuerce, lo vuelve gótico y
artístico, redondo, imaginativo, cuando yo soy el alambre y cuando siento y
pienso rígido. Elegir es siempre tan difícil porque toda elección conlleva una
pérdida, y elija lo que elija ya he perdido, y supongo que lo peor que pierdo
eres tú…
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