El rumor del pueblo, las
campanas de la muerte, los niños que me hacen más viejo y mi jodida enfermedad.
No recibo lo que espero porque encuentro más de lo que existe: sueño y me
miento. Soy buena persona y quizás no deba más que ser en tantos momentos. Espero porque quiero, porque necesito, porque
siento. Y el amor rojo se convierte en bilis negra si no lo expulso; y quizás
mañana alguien lo entienda. El delirio por la soledad, yo lo huelo, amigo, y me
apiado, pero lucho (por ambos): apagando la tele, regalando mi alma a
cualquiera que pasa y me pregunta, saliendo a caminar, llorando el miedo,
sufriendo, tan mejor que no hacer nada. Se trata de aceptar que estamos
muriendo, pero que hasta el último de los días quedan caminatas por carreteras
oscuras, caminar de chanclas y pies femeninos, cervezas y canciones, aprendizajes,
cenas, filosofía, vida a fin de cuentas. La vida es un camino hacia la muerte,
pero podemos vivir muertos o equivocarnos y vivir medio despiertos, medio
felices y algunos días, espero que pocos, tristemente enamorados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario