viernes, 7 de marzo de 2014

Dentro De Troya


Territorio hostil de miel, poesías y mierdas, corderos por lobos, pasteles de clavos, oídos perforados, sonrisas sardónicas, y un final que te devuelve al principio. Troya, la ciudad de aquí al lado que nadie que no estuvo podría imaginar: una ciudad de cuervos, de pocos amigos, sin ilusión, de obstáculos. Y en el mismo saco se mezclan colmillos y diamantes que lucen en los cuellos de gigantes dioses vacíos que se ríen de todo. Yo soy el grano de la avalancha de arena, polvo de nicotina y hueso, el arlequín desnudo, el hazmerreír del mundo. Yo soy el que pierde y además voy contra mí mismo. En esta ciudad tragicómica la realidad muere y es más real la falsa abstracción, o muere lo real para que vivamos en las ideas o más bien nos alejamos de lo real para que no duela: así me lo creo yo. El tiempo aquí es sólo un grado y parece que la bondad no se trabaja sino que se otorga en aparente premio. No merece la pena correr porque uno así retrocede, y no hay que prestar mucha atención a los zapatos. Se critica la locura y no se recompensa el esfuerzo, y uno acaba muriendo de tedio o de nervio. Un intrincado “no sé” que pasa volando, un cambio repentino por la fervorosa espera, un condenado absurdo que está acabando con mis fuerzas. No importa decirlo cuando nadie está a la escucha...

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